yoga

Cuando el camino y unos esfuerzos incansables se unieron, Guruyi comprendió. Y realizó el propósito de su vida, para llevar el yoga a la sociedad. al mundo en general, guiar nuestros caminos y darle luz a nuestra vida.

Nació el 14 de diciembre de 1918 durante una epidemia de gripe mundial, en Bellur, en el distrito de Kolar, en el estado de Karnataka, India.

Su madwre estaba afectada por la gripe y nació enfermo, con brazos y piernas muy delgados y un estómago protuberante, con mucha debilidad física.

Su salud se deterioró con el tiempo a causa de diversos ataques de malaria, fiebre tifoidea y tuberculosis pulmonar.

Su padre murió cuando Guruyi tenía 9 años, y aparte de su mala salud, sus estudios se vieron afectados.

En marzo de 1934, su cuñado, casado con su hermana mayor, el gran maestro Krishnamacharya, le pidió que se quedara con su hermana mientras él viajaba. Y al volver le sugirió que se quedara en Mysore para apuntarse a la escuela y recibir clases de yoga a fin de mejorar su salud.

Krishnamacharya se convirtió en su guía y gurú, y comenzó a enseñarle el arte del yoga y plantó la semilla del amor hacia el yoga, estricta y severamente, hasta que Guruyi comenzó a dar clases.

En 1936, el mahárája de Mysore envió a Krishnamacharya y algunos discípulos, incluido BKS Iyengar, a realizar una gira de conferencias y demostraciones por el norte de Karnataka.

Algunas personas, incluyendo algunas damas, querían aprender yoga, y como por aquel tiempo a las mujeres les daba vergüenza practicar yoga y menos delante de los hombres, Krishnamacharya pidió a Guruyi que empezara a darles clases de yoga…y así empezó la semilla de enseñar yoga. Para ello Guruyi, que sentía que no era más que un aprendiz inmaduro, se forzó a practicar más a fin de obtener experiencia y estabilidad a fin de mejorar su salud y por enseñar mejor este arte curativo milenario.

En 1937 se fué a Pune para 6 meses para poder enseñar yoga en varios colegios universitarios, escuelas y centros de educación física, y allí continuó toda su vida dedicada al estudio, práctica y enseñanza del yoga.

Con una vigorosa determinación llegaba a practicar hasta 10 horas diarias, y dedicó su vida a profundizar en este arte y poder conseguir la pureza y perfección en su práctica.

Guruyi sabía que el yoga le guiaba en su sádhará para ver a Dios en todo, y había transformado tanto en él, que no disfrutó de una buena salud ni de una buena alimentación en los primeros años de su vida, seguro de que ayudaría a muchos otros que comenzaran su prática en circunstancias más afortunadas.

Según los informes médicos de Guruyi, debido a la tuberculosis, no debería haber vivido más de 20 años. Sin embargo, la práctica del yoga no solo le permitió vivir una vida llena de satisfacción y alegrías, sino que le convirtió en su mensajero por todo el mundo.

Su deseo era postrarse ante Dios ofreciéndole su último suspiro en una postura yoguica.